martes, 28 de agosto de 2012

La historia de nunca acabar




La violencia en el fútbol estuvo, está y estará siempre. Encabezada por los barra-bravas y con cómplices tan fieles como el Gobierno, la Policía y los dirigentes de los clubes. A simple vista parece algo sencillo, algo que resulta ilógico que no se lleve a cabo. Sin embargo, las relaciones y las conveniencias impiden cada fin de semana que la violencia diga chau.

Los barra-bravas, y por consiguiente la violencia, no son muchachos que aparecieron en la década del 90. Ya por los años 70, Enrique Ocampo empezaba con el negocio, que por ahora no representaba lo que es el actual. Ocampo era más conocido como “Quique el carnicero”. El primer barra-brava y de Boca para la historia. No obstante, quienes se ubicaban a su alrededor comenzaban a ver este negocio con ojos cada día más interesados. Tal es así que comenzados los 80 José Barrita, “El Abuelo”, le ganó la pulseada y se quedó con todo el poder.

Las visitas en La Candela, lugar donde entrenaba Boca Juniors, ya empezaban a naturalizarse en el mundo Boca y en el universo del fútbol argentino. Conjuntamente, aparecían peleas, disparos, muertes, absueltos y “acá no pasó nada”. Cualquier similitud con la actualidad es pura coincidencia. Pero esto crecía y crecía. Además de la violencia aumentaba el dinero en juego, los viajes a provincias –y viajes para ver a la Selección también ya sea mundiales o eliminatorias-. El mounstro se desarrollaba sin parar.

Mientras tanto, dirigentes y políticos no veían lo que comenzaba a pasar. O sí, pero su complicidad y amistades hacían que miren para otro sector. Llegaron los 90 y el mounstro ya empezaba a transformarse en amo y señor. Miles y miles de dólares llegaban inentendiblemente a los bolsillos de los barras –sin explicación por cierto-.  Y esto no sucedía sólo en Boca, pese a ser este el epicentro de todos los hechos. River, Independiente, Racing, San Lorenzo y todos los clubes ya tenían sus referentes en las tribunas. No obstante, en Boca ocurrían más de lo normal. El “Abuelo” era sentenciado a prisión por asociación ilícita y Rafael Di Zeo, quien hacía varios años que frecuentaba la segunda bandeja de la Bombonera, tomaba las riendas del negocio.

El negocio ya era grande en todos los equipos. Cifras millonarios anuales iban a manos de los barras. En el 2000 fue el apogeo. Actualmente, no se puede concebir un equipo sin barra-bravas. Porque nadie quiso que sea así y nadie querrá, porque parece imposible. Sin embargo, apareció un dirigente que se preguntó por qué no. Javier Cantero, flamante presidente de Independiente, intentó, intenta e intentará erradicar a los barras de su club. Difícil seguramente, ya que atrás de ellos está la Policía Bonaerense, la Asociación del Fútbol Argentino y los políticos, todos lo que fueron cómplices desde un comienzo.

Y mientras Cantero sigue luchando, Juan Carlos Crespi, dirigente de Boca, manifiesta que su equipo no tiene barras. Es decir, que la cuna de los barra-bravas no tenía barras. Hasta que sucede lo de siempre. Dos bandos se cruzan en la autopista, disparos y como consecuencia, heridos de bala. Las respuestas y explicaciones brillaron por su ausencia. Entendible seguramente, ya que todos se conocen, todos son cómplices de este negocio.

Ya pasaron cuarenta años y el mounstro no para de crecer. El negocio cada vez es más grande y la ambición cada partido es mayor. Porque no importa si alguien intenta cambiar la situación. El sistema le pondrá una barrera y lo dejará solo. Como a Cantero, que cada día está más solo. 

jueves, 23 de agosto de 2012

No se vayan



La decadencia en el fútbol argentino se observa a simple vista. Y como consecuencia, pese a que la mayoría de los jugadores se encuentran en el exterior, la Selección Argentina también atraviesa una profunda crisis. Sin embargo, cosechás tres victorias y la crisis se transforma en gloria, hasta que volvés a perder y la crisis, que nunca se fue, aparece de vuelta.

Los motivos pueden ser muchos como pocos. Escasa preparación de los directores técnicos, carente capacidad de los jugadores, extremo miedo a perder, excesiva presión tanto de los hinchas, periodistas, como de los mismos entrenadores y jugadores. Conjuntamente, hay un aspecto fundamental, tan fundamental como los anteriores, que es el éxodo temprano de jugadores a Europa. Con apenas 18 años ya firman sus primeros contratos en el exterior y el fútbol argentino no lo llega ni a disfrutar ni a aprovechar.

En la última década los ejemplos son tantísimos. A tal punto que no es necesario un paso por la Primera División. A Paulo Dybala le alcanzó con una temporada en Instituto en la B Nacional, una serie de goles y no más. Contacto desde Europa, oferta, firma de contrato y un jugador menos en el fútbol argentino. Ante esto los perjudicados son todos. Instituto pierde un importantísimo jugador. Le ingresa una suma importante de dinero, pero en caso de retenerlo unos años más la cotización del jugador aumentará y el ingreso será aún mayor. Otro gran perjudicado es el jugador. Con menos de veinte años partió rumbo a Europa, donde deberá esperar y esperar para tener una oportunidad. Además, también se perjudica tanto el fútbol argentino como también, como consecuencia, la Selección Argentina.

En Boca hace un año apareció un joven volante por izquierda. Juan Sánchez Miño tiene un panorama de juego que carece en el fútbol argentino. Lo mismo sucedió en River con la aparición de Ezequiel Cirigliano, como volante central. Ambos entienden el juego casi a la perfección. Y es casi a la perfección, ya que en muchas ocasiones la obligación de cumplir con la orden del entrenador impide demostrar aún más su juego. Actualmente, realizar un cambio de frente en el fútbol argentino parece ya olvidado. No obstante, Sánchez Miño y Cirigliano piensan que no, que cambiar el juego hacia donde está un compañero libre es un avance y lo efectúan como tal.

Pausa, dinámica, habilitaciones, son todos conceptos que en dos jóvenes como ellos están adoptados desde su comienzo en la Primera División. Aspectos que gran cantidad de jugadores con muchos partidos en Primera aún no logran incorporar. Hasta entrenadores de, supuesta, experiencia no los intenta desarrollar en el campo de juego.

Pero los clubes europeos no son ciegos. Sánchez Miño y Cirigliano ya están en vistas en los grandes equipos de afuera. Las ofertas llegan día a día por estos dos juveniles que sobresalen en la mediocridad del fútbol argentino. Sin embargo, su temprana salida de Argentina afectaría a todos. Hasta a la Selección Argentina. Por lo tanto, deben quedarse, formarse como jugadores, crecer en Argentina, porque sin dudas crecerá el fútbol argentino y ellos mismos, a los que Sabella necesitará en Brasil 2014. 

viernes, 17 de agosto de 2012

Una clásica semana




Matías está ansioso, nervioso también. Porque lo vive así, con esa mezcla de sentimientos y ese cosquilleo en la panza que aún no sabe si es por la ansiedad o por los nervios. Es la semana previa al clásico. El club de sus amores se enfrenta al rival de toda su vida. Y Matías vive, siente, transita esta semana diferente a otras semanas, porque estos sietes días no los puede comparar con el resto. Así es como vive el clásico Matías.

Matías es apenas un joven de unos escasos 17 años. No obstante, hace ya más de diez años que concurre a la cancha y, obviamente, a cada clásico. Con su papá, con amigos, con un gran grupo de gente que siente lo mismo que él. Matías va siempre a ver a su equipo, pero la semana previa al clásico la vive como un partido de siete días, un cotejo que comienza apenas termina la fecha previa al encuentro preponderante.

No le gusta hablar con sus compañeros de curso del tema y menos apostar ni arriesgar un resultado. Tal vez la ansiedad o los nervios le juegan en contra ante estas charlas, o quizás su amor por el fútbol y su club cree no es igual al que sienten sus compañeros. Por eso se mantiene al margen y no participa en las conversaciones futboleras del colegio.

Matías vive esta semana con pasión. Se informa a cada minuto qué pasa con respecto al clásico. Cómo va a jugar su equipo, cómo lo hará el rival, si se venden o no entradas. Para él el clásico es casi todo. Apenas sale el fixture, lo primero que busca es la fecha del clásico. Y no para ver si ese día podrá o no asistir a la cancha. Sino para confirmar que ese día no podrá hacer otra cosa más que eso, más que vivir el clásico.

Conjuntamente, Matías se prepara también para el momento esperado, ya que como no tiene la oportunidad de estar en el campo de juego, de ser uno de esos 22 afortunados, decide jugarlo desde la tribuna, desde ese lugar que escogió estar hace más de diez años. Papelitos, globos, rollitos, banderas, todo comienza desde el lunes para que el fin de semana no haya ningún imprevisto. Todo preparado, todo listo como cada clásico, como cada semana previa al clásico.

“Mira el reloj, cuenta las horas, la ansiedad crece, el tiempo parece detenerse”, relata el poema. El momento más esperado llegó. Está todo listo. La semana ya pasó y el fin de semana dice presente. Matías está ansioso y a la vez nervioso, como en cada clásico. Porque así lo vive. Lo vive con el corazón.  

martes, 14 de agosto de 2012

Un día sin tí





Pasaron dos fechas y ya nada es igual. O sí, pero sin vos. Porque fuiste, sos y serás el distinto, el más rápido, pese a que muchas te jactan de lento. El que juega primero con la cabeza para luego jugar con los pies. El que juega con sus compañeros, porque al fin y al cabo el fútbol es un juego, un juego entre compañeros.

Pasaron dos semanas y desapareció el toque. Ese toque que regalabas cada fin de semana. El fútbol espera que tu salida de Boca haya sido un hasta luego. Porque vos Román, si Juan Román Riquelme, sobresaliste sobre el resto. Entendiendo el juego, haciendo simple lo que para muchos es difícil, hasta en algunos casos imposible.

El fútbol argentino está atravesando, hace varios años, una decadencia significativa. La obligación de ganar como sea impide el jugar, el divertirse, eso que Riquelme hasta hace un mes lo desplegaba con sencillez dentro del campo de juego. Obvio que todos quieren ganar, hasta Riquelme quiere ganar. Pero para Román y para otros más también interesa jugar bien y divertirse.

Ernesto Sábato escribió algún día: “Una tarde, al intervalo, la Chancha le decía a Lalín: cruzámela, viejo, que entro y hago gol. Empieza el segundo jastáin, Lalín se la cruza, en efeto, y el negro la agarra, entra y hace gol, tal como se lo había dicho. Volvió Seoane con lo brazo abierto, corriendo hacia Lalín, gritándole: viste, Lalín, viste, y Lalín contestó ¡sí pero yo no me divierto!”. Y Lalín es como Riquelme y como otros más que quieren divertirse en la cancha.

Tu salida de Boca fue eso, la salida de un equipo. No el retiro de un jugador. Porque seguramente querrás seguir jugando, aprendiendo, divirtiéndote. Y el fútbol argentino lo lamenta, y mucho. Porque ahora quién da un pase gol, quién piensa, quién analiza el juego dentro de la cancha y después se lo explica a los periodistas, quién remata un tiro libre.

Pasaron dos fechas y ya el fútbol te extraña, te pide que vuelvas, o mejor dicho que juegues en cualquier equipo. Porque también lograste eso, que te quieran ver jugar sin importar la camiseta, sea Boca, Tigre, Villareal o Quilmes. La gente quiere eso, esos pases que en la cancha se preguntan cómo hizo eso si no estaba viendo.

Como dice la canción “un día sin tí es una eternidad”. Pasaron dos fechas y parecieron campeonatos y campeonatos. El juego sigue igual, o peor, ya que se fue el único que intentaba cambiarlo, de hacerlo por lo menos un poquito mejor. No obstante, no fue un retiro, sino un hasta luego, porque él, Juan Román Riquelme, quiere seguir jugando al fútbol.  

viernes, 10 de agosto de 2012

Se puede, siempre se puede




El deporte mundial está plagado de historias ocultas, historias que pocos conocen y que salen a la luz en los Juegos Olímpicos. El acontecimiento más destacable del deporte que se da cada cuatro años regala relatos de vidas poco comunes. Superación personal, constancia, esfuerzo, entrega, amor por la disciplina son algunos de los motivos que llevan a estos atletas a los Juegos Olímpicos, para que el mundo entero sepa quiénes fueron y quiénes son.

Los sueños son sueños. Pero por sobre toda las cosas son futuras realidades, si estás convencido que lo querés. Oscar Pistorius es un atleta sudafricano que a los once años le debieron amputar las dos piernas. El motivo: no poseer peroné. El sueño: correr en un Juego Olímpico. Pero cómo sin las piernas. El avance de la tecnología ayudó y mucho, ya que gracias a  dos prótesis transtibiales construidas en fibra de carbono logró empezar a correr.

Sin embargo, el sueño aún no está cumplido. En Beijing 2008 la Federación Internacional de Asociaciones de Atletismo (IAAF) le prohibió competir no sólo en los Juegos Olímpicos sino también en todas las pruebas regidas por la IAAF. Pistorius apeló la decisión y finalmente fue habilitado. No obstante, las marcas no le permitieron llegar. Pero ya había dado un gran paso, era apenas el comienzo.

El sudafricano empezó a prepararse para el próximo Juego Olímpico, para Londres 2012. Mientras tanto, surgían variadas opiniones. Estaban quienes valoraban el esfuerzo y  desarrollo. Pero también estaban quienes no aceptaban su participación, excusándose de una ventaja debido a las prótesis. El tiempo pasó, un campeonato mundial pasó y Pistorius cumplía su sueño. En julio de 2012 el Comité Olímpico Sudafricano lo convocaba para participar en los Juegos Olímpicos de Londres 2012. Había logrado su sueño, correr junto a los grandes, correr como uno más. Sin embargo, faltaba aún más. No sólo que participó, sino que además alcanzó las semifinales en los 400 metros llanos. Todo reflejo de esfuerzo, sacrificio y amor por el atletismo.

No obstante, Pistorius no es la única historia que no regala Londres, porque en la maratón habrá otro ejemplo de vida, de superación. Guor Marial nació en Sudán del Sur y a los ocho años se escapó de un campo de trabajo en el que estaba secuestrado. Logró irse a Egipto y luego instalarse en los Estados Unidos. Sin embargo, hermanos, hermanos y más miembros de su familia fueron asesinados.

Pese a que se había jurado no volver a correr más en su vida, Guor se preparó para participar en los Juegos Olímpicos y gracias a sus calificaciones en distintas carreras se clasificó para Londres 2012. Pero surgía otro problema, una piedra en el camino que cuando alguien sueña, se puede saltar. Su país debía formar una Comité Olímpico Nacional y ser reconocido por el Comité Olímpico Internacional (COI). Sudán del Sur estaba a disposición para cumplir con los requisitos y así Guor participar en la maratón. Sin embargo, el atleta se opuso, ya que no deseaba representar al país del cual tuvo que escaparse y en el que se mataron dos millones de personas. Ante esta decisión, el COI autorizó a Guor a correr en Londres 2012 como atleta independiente y correrá utilizando la bandera de los Juegos Olímpicos con los cinco anillos.

Pistorius y Guor contaron sus historias en Londres 2012. Le expresaron al mundo que sí, que si uno sueña todo se puede. Hasta participar en un Juego Olímpico. 

lunes, 6 de agosto de 2012

La historia contemporánea





El deporte está llenísimo de figuras históricas. Maradona. Pelé. Michel Jordan. Fangio. Rod Laver. La lista es interminable. Sin embargo, actualmente, quienes no superan los veinte años tienen imágenes de ellos sólo por vídeo. Pero tienen a otros deportistas actuales que rompen récords, ganan medallas doradas, Grand  Slam y tantísimos campeonatos de fútbol. Ellos. El presente que mañana será pasado. El presente que mañana será historia.

Los adjetivos escasean ya. Son fenómenos que desafían al diccionario. Magnífico. Espectacular. Espléndido. Son todos adjetivos para un atleta que logra colgarse una medalla dorada, de plata o de bronce. ¿Y para el que ya va 18 oros en su historia? El nadador Michel Phelps le gana la pulseada al diccionario. O tal vez alcance con decir que simplemente es él. El mejor deportista olímpico de todos los tiempos. Sí. De todos los tiempos y es presente. Ese presente que seguramente en treinta años sea como Mark Spitz, quien ahora queda relegado con sus siete medallas doradas en Munich 1972.

Trascender. Acaso es ese el objetivo de ellos. De romper y romper récords. De vencerse a sí mismo una y otra vez. Como otra vez lo hizo Usain Bolt en los 100 metros llanos. Rompió el récord olímpico. Bicampeón olímpico en 100 metros. Y el diccionario vuelve a perder otra carrera frente a otro prodigio del deporte. Y transcienden porque ya escriben la historia.

Y rompe récords como otros ganan torneos de Grand Slam. Roger Federer es otro al que el diccionario no puede hacerle frente. Intachable. Admirable. Todos términos que describen cada actuación del suizo. Ser el máximo ganador de títulos de Grand Slam en toda la historia del tenis. Para algunos, simplemente una estadística que dice mucho, pero no describe tanto. Para otros, el mejor tenista de todos los tiempos. Tiempos en los que se ubica Rod Laver, Sampras, McEnroe. No obstante, Federer es presente. Presente e historia.

Lo mismo ocurre en la actualidad del fútbol. Barcelona Fútbol Club. Respeto. Diversión. Juego. Historia. Eso es hoy Barcelona. Pero también es mucho más y más y más como son Federer, Bolt, Phelps y otros.

Ulises concluyó diciendo: “Y en unos años podré decir que viví en los tiempos de Aquiles y de Héctor”. Y lo dijo porque sabía que eso era la historia. Que también era presente, pero sobre todo fueron, son y serán la historia. Como Phelps, Federer, Bolt, Messi. Hoy son presente. Sin embargo, son sobre todas las cosas la historia contemporánea.