No sé cuándo fue que me di cuenta. No sé si fue hace un año.
O hace dos. Si estoy seguro que no fue mientras estaba con ella. Pero sea
cuando haya sido, entendí, en ese momento más que en cualquier otro, quién es
ella. Ella, para mí, es Maradona.
Nunca la vi jugar al fútbol. Tampoco creo que le gusté.
Hacía –cada tanto lo sigue haciendo- otro deporte. Incluso no solíamos hablar
de fútbol. Ese pequeño tema de alguna que otra charla era simplemente para
hablar de cómo había salido Independiente. Sin embargo, eso no era un problema.
Ella entendía mi pasión, como mi mamá la entiende con mi papá. Pero alguna mala
decisión mía hizo que no estemos más juntos. Claro, ahí no entendía que tenía
frente a mí a Maradona.
Pasaron dos años y las vueltas de la vida hizo que nos
reencontremos. Y así volvieron las largas charlas. Pero con un detalle: ella
ahora tenía novio. Era ver a Maradona con la camiseta del clásico rival. Uno lo
disfrutaba, se emocionaba con cada pelota que tocaba, y a la vez decía “por qué
no está en mi equipo”. Sin embargo, ella, como Maradona, contagia felicidad.
Porque cuando la cruzo por algún lugar, sonrío. Me alegro. Como cuando veo, sin
cansarme, el gol de Diego a los ingleses.
Hace unos días la volví a cruzar. Nos quedamos charlando un
rato. Yo atraído por su mirada. Mientras ella me decía “hay que desnaturalizar
un poco las cosas”. Y yo escuchaba a Maradona criticando a la FIFA. Yo veía a
Maradona desnaturalizando Italia y saliendo campeón con el Nápoli. La escuchaba
a ella y lo veía a él. Eran lo mismo. Son lo mismo.
Otro momento muy cercano me hizo afirmar que ella es
Maradona. Transcurría el Mundial 2014 en Brasil. Camisetas de mundiales
cercanos vestía la gran mayoría. Algunas del 2006, otros mantenían la del 2010,
estaban también los que se habían comprado la de este mundial. Pero ella no.
Ella, petisa y morocha como Diego, vestía una particular. Una, me aseguró días
después, de su padre. Era una camiseta del ’86. Era ella, vestida de Maradona.
Y hubo otro. Más reciente aun. Hace unos días los portales
de noticias, las redes sociales, los programas de televisión, publicaron un
vídeo inédito con imágenes de Maradona. Jugadas en Boca, en Argentinos, en
Barcelona, en la Selección. Ella me escribe “lo vi, te lo paso”. Hoy no estamos
juntos. No obstante, me conoce y mucho. Sabe de mi amor hacia Maradona. Y como
mi mamá con mi papá, entiende de mi pasión por el fútbol. Simplemente me mandó
el vídeo. No era necesario comentarlo. No solíamos hablar de fútbol y poco lo
hacemos ahora.
Hoy, después de dos años que volvimos a hablar, sigo
disfrutando de nuestras charlas. Sigo sonriendo cada vez que la veo, como
cuando veo un vídeo de Diego. Sigo pensando que ella, como Maradona, busca
desnaturalizar un poco el mundo. Y sigo deseando que un día Maradona juegue en
mi equipo. Porque para mí ella es Maradona.