miércoles, 16 de noviembre de 2016

Como en casa



Hugo Moyano está en la sede de Independiente para dar comienzo a una nueva asamblea. Y pese a que pocas veces asistió a la misma en lo que va de su mandato, Hugo se siente como en su casa. Casi nadie lo critica, casi nadie lo cuestiona, casi nadie le recrimina la falta de logros deportivos en sus dos años de gestión. Sin duda, está muy tranquilo.

Para entender al Hugo Moyano presidente de Independiente es inevitable e incluso necesario entender y conocer al Hugo Moyano sindicalista. No se puede separar una tarea de otra. El mismo Moyano realiza la mayoría de las firmas de contratos en oficinas de la CGT. La carrera gremial de Hugo empezó desde muy joven a los escasos 18 años. El sindicalismo, la CGT, el gremio de Camioneros es su segunda casa. En esa casa está cómodo, es el terreno que mejor maneja, en el que está hace más de 50 años. Y desde hace dos años hace que Independiente hable en ese idioma, el gremial. Y así sentirse en su casa.

Se aprobó el presupuesto y el balance en la asamblea con prácticamente todas las manos de los representantes de socios levantadas, incluidas las de la “oposición”. Es el turno de analizar la reforma del estatuto y Juan Torres, integrante de la agrupación “Lista Roja”, solicita ir a un cuarto intermedio para trabajar y profundizar más los artículos del nuevo estatuto. Hugo pide la palabra y responde como en su casa: “Llevando al nivel donde yo me manejo, al nivel gremial. Mi propio hijo Facundo promueve la democratización en los gremios. Yo también estoy de acuerdo que los gremios se tienen que democratizar al máximo y además promueven que no se permitan más de dos períodos de mandatos. Yo no estoy demasiado de acuerdo con eso. Eso es una actitud que tiene el socio de la institución, el afiliado al sindicato. Si bien uno está de acuerdo con algo, hay que buscar el momento para poder ponerlo en práctica”. Hugo Moyano le habla al socio de Independiente como le habla hace años al afiliado de un sindicato. Hugo Moyano es Secretario General de la CGT desde 2004. Hugo Moyano fue elegido Secretario General de Choferes de Camioneros de Buenos Aires en 1987, 1991, 1995, 1999 y 2003. Lejos está de limitar los mandatos a únicamente dos períodos.

Aunque no va a perdurarse en incontables mandatos en Independiente como si lo hizo a lo largo de su carrera en los diferentes sindicatos que encabezó y encabeza, entender su labor en dicha área ayuda y aporta a entender y analizar su gestión en Independiente. En la política, cualquiera sea el rubro, quien gobierna tiene dos caminos: intentar erradicar a la oposición si es que la hay y gobernar sin cuestionamientos ni rivales de renombre que pongan en duda la gestión; o en caso que haya una oposición formada, tratar de formar a dicha oposición, buscando que el rival de uno siempre sea el más débil. En la mayoría de los sindicatos de Argentina, la primera opción fue escogida por muchos dirigentes y barrieron con todo tipo de referentes opositores. Se mantienen en sus cargos hace años, en las “elecciones” ganan por más del 90% y su gestión es siempre intachable. No hay cuestionamientos ni críticas. Están como en sus casas. O mejor incluso. Y aunque la democracia no está directamente vinculada a la cantidad de mandatos ni a un día de elecciones, sí está relacionada a la existencia de otras voces, de otras opiniones, que aporten y colaboren con los que gobiernan.

Hugo Moyano llegó a la presidencia de Independiente luego de los peores diez años de la institución –algunos de los cuales participó su hijo Pablo Moyano cuando Julio Comparada era presidente, pese a que a veces la memoria de algunos falle un poco-. El poder, ese jugador silencioso y oculto, trabajó durante los meses previos a que Moyano gane las elecciones. Allanó caminos y la imagen de Hugo Moyano como candidato era la indicada en los medios de comunicación. Muchos ayudaron o muchos fueron influenciados por el poder para que se logre esa imagen. La elección estaba garantizada, no había ninguna posibilidad que gane alguna de las otras dos listas. Antes de ser presidente, Moyano ya había logrado su primer paso fundamental: Independiente era como su sindicato.

En sus dos años de gestión se encargó entonces de profundizar ese aspecto. Hizo y hace de Independiente su casa. Y para gobernar políticamente eligieron el camino sin oposiciones. En cierto punto, también es responsabilidad de la mayoría de los dirigentes opositores que son obsecuentes con el oficialismo con el objetivo de formar parte del mismo –algo que está muy lejos de ocurrir-. Pero también el oficialismo es formador de oposición, o en este caso de erradicarla y así intentar garantizarse futuras elecciones.  

Las gestiones de Julio Comparada y Javier Cantero arrasaron con Independiente, tanto económica como deportivamente. La vara había quedado por el piso. Los jugadores del poder influyeron en que esa vara haya quedado por el piso para que quienes gobiernen luego lo hagan en total tranquilidad. No obstante, en estos dos últimos años la medida fue contundente: no hay vara. “No sé olviden como estábamos con Comparada y con Cantero” como respuesta principal a cualquier cuestionamiento de algún periodista que no forme parte del blindaje mediático que tiene mayormente la actual Comisión Directiva. No hay vara hoy en Independiente.

Hugo Moyano da por concluida la asamblea. Todo lo propuesto fue aprobado –presupuesto, balance y estatuto-. Está como en su casa. Casi sin críticas, casi sin cuestionamientos. Pero también prácticamente sin logros deportivos y sin otras voces. Y entre las casas de Hugo hay una diferencia fundamental: los sindicatos no tienen arcos. 

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