martes, 5 de junio de 2018

Mundiales



En la mesa del bar de los martes se habla siempre de mundiales. No se esperan cuatro años para que la palabra mundial se apodere de todos los debates. Una cerveza, dos cervezas, las que sean necesarias. Todos los martes, en la misma mesa de siempre, se habla de eso, de mundiales.

Ningún integrante de la mesa del bar de los martes va a ir a Rusia. No pueden. Ellos juegan su propio mundial. Todos los días lo juegan. Y de eso hablan los martes. Una cerveza. Otra. El último en llegar fue Martín este martes, que venía de trabajar todo el día, que había perdido el colectivo, que su sube estaba ya casi sin saldo y que, así y todo, llegó al bar de los martes. Martín no jugó nunca un mundial. Ni cerca estuvo. Pero ese día fue un campeón llegando a tomar una o dos cervezas.

Ariel es, tal vez, el más futbolero. Para él, todo son mundiales. Es profesor de física y cada clase es un mundial. Festeja incluso cuando le tocan cursos de exactamente 23 estudiantes. Llegó contento este martes Ariel. Tras varios intentos de explicar varias leyes de la física, este martes logró lo que antes no podía. Aunque dijo sin soberbias ni autobombos. ‘Me salvó Messi’, sentenció en la mesa del bar de los martes. ‘Vieron que Messi desafía todas las leyes de la física. Bueno, hicimos jugar a la física contra Messi. Obvio, ganó Messi’, confirmó Ariel. Claro, también habían ganado él y sus estudiantes que entendieron todas las leyes de la física y fueron unos campeones del mundo.

Héctor, como Ariel, se mide por mundiales. Llegó este martes con una sonrisa más grande de la sonrisa de siempre. Y había un motivo. La chica que conoció en el mundial de Alemania 2006, esa misma chica que en Sudáfrica 2010 estaba tan lejos como ese mundial para los propios sudafricanos, la misma chica que en el mundial de Brasil 2014 le contó que vería los partidos de Argentina con una camiseta del ‘86 y él pensó en Maradona, esa misma chica le dijo que sí a una invitación. Un mundial es eso para Héctor, un motivo para sonreír. Y tiene la esperanza que éste sea su mundial.  

Claudio llegó antes que todos. Necesitaba una, dos, tres cervezas. O más también. Venía de reprobar un examen de historia en la universidad. Sin embargo, tenía claro que a veces en la vida, como en los mundiales, se gana, otras se empata, pero muchas veces se pierde. Lo fundamental es intentarlo. Y Claudio estaba convencido que había intentado aprobar ese parcial. Tal vez ese no era su mundial. Tarde o temprano tendría otra oportunidad.

En la mesa del bar de los martes no son todos varones. Ni se necesitan ser sólo hombres para hablar de mundiales. Daniela se sentó una vez en la mesa de los martes y nunca más faltó. Este martes llegó de verde. No tuvo que aclarar el motivo de su vestimenta. Para Daniela cada lucha por la igualdad de género es un mundial. Y junto con muchas más como ella vienen ganando muchos mundiales durante los últimos años.

Tres, cuatro, cinco cervezas. La mesa del bar de los martes estaba completa. Rusia está a la vuelta de la esquina. O más lejos para estos integrantes. Pero lo van a jugar, como juegan todos los días su mundial. No saben si lo van a ganar. Pero de algo están seguros: lo van a intentar.