Sábado 29 de julio. Ya no había
razón para la demora. Habían pasado diez años de la última vez en Buenos
Aires. Se terminaban finalmente los
comunicados con inexplicables excusas que impedían su vuelta. Eran las 21.30 en
punto en Huracán. Cuarenta mil personas empezaban a saltar con los primeros
acordes. Nada nos detendrá se escucha. Era La Renga. En Buenos Aires. Al fin.
Era el primero de, hasta ese
momento, cuatro recitales. La banda de Mataderos volvía a tocar en Buenos Aires
después de diez años. Corazón fugitivo y Nómades abrían el show. “Vinimos a
hablar de poder”, aseguró Chizzo. No dejes que se roben tu luz le decía a cada
uno que estaba en Huracán. “Che, no se suban a los alambrados. No vaya a ser
cosa que mañana vengan a romper las pelotas”, pidió por favor el cantante. “Creo
que hoy las canciones hablaron por si solas”, sentenció con claridad nuevamente
Chizzo. Y aunque venga el aguafiesta nos vamos a reír igual Ja! sonaba en todo
Buenos Aires para que lo escuchen incluso los que no estaban adentro de la
cancha. Treinta temas en el primer recital de La Renga. Ni un solo incidente
antes, durante y después. Quedaba claro: no había razón para tanta demora.
Miércoles 2 de agosto. Sí,
miércoles. Até con tripa mi corazón; sin más que eso salí a la cancha. Otra vez
cuarenta mil corazones hacían explotar Huracán. Era La Renga. Sonaba Tripa y
Corazón, y abría el segundo recital. La lista pensada eran 30 canciones
nuevamente. En la número 19 figura “En el baldío”. Ya estaba por finalizar el
tema cuando se apaga todo. Las luces, el sonido, todo. Pasaron minutos que
parecieron años. Se encendieron algunas luces, sonaron algunos acordes. “Siempre
hay un boludo que se lleva puesto un cable. Vamos de vuelta. Las garras de un terrible
ser”. Chizzo volvía a hacer vibrar todo Buenos Aires.
Sábado 5 de agosto. Otra vez
Huracán. Otra vez sábado. Otra vez sin incidentes antes, durante y después.
Otra vez La Renga en Buenos Aires. En una selva de mentes viejas; habrá también
que saber soñar; sobre una almohada de piedra. Era el tercer show. Era un
sueño. La Renga hacía delirar miles de personas una vez más. Estaba
insoportablemente vivo.
Miércoles 9 de agosto. Era el
cuarto recital de La Renga en Huracán. Chizzo le avisaba a las cuarenta mil
personas que iban a haber dos show más a fines de agosto. “Cuando venía para la
cancha vi la Luna. No sé si alguno la vio. Yo la vi posada sobre los techos de
Pompeya”, introducía el cantante. Todo Huracán iba a bailar a la nave del
olvido.
Las cuatro pantallas ocupan casi
toda la cabecera de la platea Mirave del estadio. Esta vez no aparecía cada
integrante de la banda en una pantalla diferente. Este miércoles era la misma
cara en las cuatro pantallas. Era la imagen de Santiago Maldonado. Ya habían
pasado ocho días desde que estaba desparecido. “Que aparezca, por favor”, pidió
Chizzo. Pobreza y dolor sólo trajo el progreso. No había dudas del pedido.
Llegaba un descanso. Terminaba la
primera tanda. Una fiesta. Más de 150 mil personas habían dicho presente en
Huracán. Era algo tan grande como el cielo y las montañas. Dejando atrás mil
razones en el tiempo. Había más. Dos shows más para certificar que el rock and
roll no morirá jamás.
Sábado 26 de agosto. Anteúltimo
show. Era el bonus track. Habían pasado ya 25 días desde la desaparición de
Santiago Maldonado. “¿Santiago dónde está, Santiago dónde está?” preguntaban
cuarenta mil voces. Y alguien se encarga de encerrarte; y otro prepara el fin
del mundo; y tan lejana queda la esencia; que sólo el hecho de encontrarte para
mí; le da sentido a mi vida. La Renga y el viento que todo empuja. “Que
aparezca Santiago”, pide Tete –bajista de la banda-. Un Huracán lleno de
verdades y una sola pregunta.
Miércoles 30 de agosto. Pasó un
mes del primer recital. Era turno del último. Escapando en la noche; voy a
dejarlo todo atrás. Corazón fugitivo abría la sexta noche. “Tiempos complicados
son los que estamos viviendo. Así que lo mejor es que estemos juntos”, da
comienzo Chizzo a una histórica versión de A tu lado. Sentirte a mi lado me
hará mucho mejor. Y siguió. Ojos que no ven, corazones que no sienten. Era ‘Cuando
estes acá’. Era La Renga.
Pero fuera de Huracán seguía
faltando alguien. Santiago Maldonado seguía y sigue desaparecido. Y La Renga
continuó pidiendo lo mismo, que aparezca por favor. Subió al escenario el
músico Rubén Patagonia y todo Huracán se volvió a preguntar: ¿Santiago dónde
está, Santiago dónde está? ‘Lo frágil de la locura’ fue el himno que hizo
emocionar una vez más a miles de personas. Las cuatro pantallas volvían a
mostrar la cara de Santiago.