Llueve. Dos y
cincuenta ya del jueves. Cae una gota en la mejilla de Daniela. Y otra. Y se
mezcla con una lágrima. Y otra lágrima. Es lluvia, es emoción, es tristeza, es
esperanza. Es todo eso la mejilla de Daniela, que llora sobre Callao a escasos
metros del Congreso de la Nación. Pero ahí está, firme después de horas. Son
miles, millones. Son el futuro.
Sigue lloviendo.
Comienza la vuelta rumba a su casa Daniela. Y aunque está sola, vuelve juntos a
millones de compañeras. Y aunque siga y siga lloviendo, y aunque la votación por
un aborto seguro, legal y gratuito diga que fue treinta y ocho a treinta y uno,
ella sonríe. Porque qué es perder y qué es ganar si la lucha no se abandona. Lo
sabe bien Daniela eso.
Recuerda
rápidamente Daniela que antes de ir a la Plaza vio que el Indio Solari posó con
un pañuelo verde para la Garganta Poderosa. Y va a la música Daniela. Había una
vez puede ser el comienzo de cualquier cuento, pero también el comienzo de una
seguidilla de canciones. Y eso elige Daniela. Escucha y canta bien fuerte esa
canción del Indio: Con los puños en alto deseando al final hacer la revolución
con una canción de amor. Levanta su puño Daniela ya en el colectivo rumbo a su
casa. La lucha continúa.
La lista de
canciones sigue. Es sonrisa tras sonrisa. Y aunque sabe que Divididos tiene una
canción que se llama ‘el 38’, ese número de senadores que no apoyó la ley,
Daniela no la escucha. Pero recuerda que una vez Ricardo Mollo colgó un pañuelo
verde durante todo un recital y selecciona otro tema. No cualquier tema ni
cualquier letra. Todo está vivo a pesar del dolor, si le sonreís; ríos de
cuerdas que vienen de vos, justo a mi corazón. Y Daniela le sonríe a todas esas
chicas que están en el colectivo, que no conoce pero son sus compañeras de
lucha y perseverancia.
Más y más
música. Ya son más de las tres de la mañana del jueves. Daniela recuerda todos
estos meses de movilizaciones, de campaña, de charlas. Se acuerda de ese 14 de
junio en el que Diputados aprobó la media sanción. Y no solo de eso. Ese mismo
día La Renga hizo un show a beneficio de Alejandro Medina. Lo recuerda bien
Daniela porque Chizzo, el cantante, salió con un pañuelo verde atado en su muñeca
izquierda. Un pañuelo verde que pedía y reclamaba un aborto libre, seguro y
gratuito. Por eso escucha La Renga Daniela, porque despierta un viento en ella
que todo lo empuja y lo canta bien alto en el colectivo.
Ya está cerca de
su casa Daniela. Las gotas que hace unos minutos se mezclaban con la lluvia en
su mejilla ya se secaron. Mira por la ventana y sigue lloviendo. Tiene tiempo
para una última canción. No lo duda. Vuelve al Indio. El futuro llegó hace
rato. Lo escucha, lo canta, lo piensa Daniela. El colectivo está lleno de
pañuelos verde. No los guarda nadie porque la lucha sigue. Ellas son el futuro
e hicieron historia.
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